Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

 

mayo 5, 2024

Tall-girl syndrome

Es cierto que yo quería que me invitaran. También es cierto que cuando lo hicieron, me entraron serias dudas de ir o no.

Pero fui. El calor era impresionante, como un sauna enorme.

Hay días que pienso que he avanzado como persona. Ayer no fue uno de esos días.

Odio ser la mujer más alta del lugar, la persona más alta. Odio no poder oír a la gente que me habla, porque me tengo que agachar. Odio el ruido distorsionado de la música. Odio tener que gritar para poder decir algo. Odio caminar de allá para acá. Odio no poder sentarme un rato. Odio sudar, sentir las gotas en la cara y pensar en todo lo que se ha corrido y que me debo ver como una puta del puerto. Odio sentirme alejada de todo, distinta. Odio luchar contra todos esos pensamientos, absorta en el ruido, viendo y no viendo a la vez. Odio sentirme incómoda. Odio no saber cómo comportarme, qué hacer, para dónde ver. “Esto es como los bailes del cole. Vamos de aquí para allá”. Eso también lo odio.

Veo gente maquillada perfecta. Yo no me sé maquillar. Veo ropa que quisiera poder ponerme. Pero también sé que hay ropa y zapatos que se ven divinos hasta que los ves en tu talla real. Veo gente que sabe combinar accesorios, ropa, pelo, colores. Yo solo sé combinar letras. Quisiera proyectar seguridad, que me siento orgullosa de mi metroochenta, que me siento hermosa. No puedo.

No debí haber ido. Pero fui. No debí haberme quedado tanto tiempo. Pero me quedé. Tal vez fui con la tonta ilusión de bailar y cantar a gritos. No hubo nada de eso.

Bueno, check. Fui y me vine dos horas antes de que terminara. No daba más. Pensé en el camino de vuelta. Quedé ronca. Me dolía el cuerpo. Pensé mucho. Esta experiencia me generó una regresión a un tiempo que nunca me gustó. Tengo claro que no me gustan los molotes, los bailes, los conciertos, que no me siento cómoda así. Me siento muy sola en ambientes así. No soy la persona que se anima a hacer conversación- menos a gritos- con gente que no conoce. No soy la persona a la que la gente llega a hablarle. Soy la persona a la que miran con asombro como se mira a un gigante.

En la radio, una de las canciones de hoy, entre cumbia y ranchera, lamenta perder el amor de su vida. Me pregunto si eso es lo que me hace sentir triste y sola. Pero no puede ser porque el amor de mi vida tiene 8 años, colochos, ojitos perfectos y me está esperando en el portón cuando llego y se alegra tanto de verme como de ver el algodón de azúcar que le traje del evento.

mayo 4, 2024

Reenacting death

En mis sueños, desde hace como 3 años, mi abuela está encamada, casi inconsciente, con un grupo de enfermeros y cuidadores que la atienden. A veces la voy a ver, siempre llego en carro y parqueo en la esquina y me siento al lado y le tomo la mano y le digo que la quiero. Ya no siento la culpa de siempre ni sus ojos reclamándome ni el gesto duro de reprobación, porque parece que al fin entendí que ella no era para siempre.

Anoche reviví su muerte. Estaba así, en una cama y una compañera de oficina pasaba a verla y nos avisaba que estaba muy mal. No me angustiaba. Había estado mal desde hacía mucho tiempo. Pero un rato después llamaba a decir que ya había muerto. Era 14 de setiembre. En realidad, ella murió a finales de julio.

Yo llegaba a la casa, que era la esquinera de dos pisos, donde crecí con ella. Estaba llena de familiares en una especie de duelo, que, aunque tristes, estaban rebuscando entre las cosas de ella. El cuerpo no estaba.

Me sentía muy triste pero también enojada. Le decía a mi tío- el malo- que yo solo quería las fotos que ella guardaba. Con el gesto displicente de siempre me decía que me llevara lo que quisiera. Mi mamá me recordaba que mi abuela tenía una máquina de café nueva, en caja, que por favor sacara eso para ella. La encontré y se la di.

No me importaba el teléfono antiguo, dorado y pesado. Tampoco esa maquinita de cuerda donde se ponía el auricular para que la persona que llamaba escuchara música mientras se le atendía. En el baño estaba aquel asiento de inodoro de plástico pesado y transparente, que por dentro tenía muchas monedas brillantes.

Yo buscaba las cosas donde sé que las tenía. En la mesa de noche, en las gavetas. Fotos viejas y algunas a colores por todas partes. Mientras buscaba, me encontré con cajitas de cartón de regalos que le hice durante la infancia, folders, libros sueltos, escrituras. Pensé en cómo todo lo que yo no me llevara iba a ir a dar a la basura aunque ella por algo lo habría guardado.

Me llevé todo lo que pude, repasando, con la vista, hasta el mínimo detalle de aquella casa. El ropero de madera del otro cuarto. Las gavetas que yo siempre registraba.

Mi tío y mi prima, su hija, se me acercaban a decirme que no me llevara las fotos donde aparecían ellos. Le recordaba a mi tío que en la muerte de verdad, yo le entregué a él una foto de mi abuela joven, acostada en el suelo, mirando a la cámara, con una mano apoyada en la mejilla y robacorazones en ella cara y la había perdido. Les ofrecí mejor hacerles copias.

Cuando tuve todas las fotos y antes de que llegaran con bolsas de basura, dije que quería llevarme sus rezos, esas estampitas impresas que usaba en la madrugada y antes de dormir para encomendarse a Dios. Quise además el rosario de cuentas enormes de madera, pedazos de corteza sin lijar que tenía en el respalda de la cama. Ya no estaba.

Recordé que tenía joyas: aretes de oro, medallones, collares. No me importaba.

Marcelo llegó a ayudarme. Le pedí que me ayudara a revisar el closet del cuarto. Quise llevarme mi cobija amarilla, la que usaba cuando dormía con ella. No estaba. Entonces la azul, que es más gruesa. Puede ser que no la use nunca. Tal vez Pato la quiera. Pero necesito sentirla cerca.

Sus zapatos me quedaban, pero no me los quise llevar. Revisé a ver si habían más fotos o papeles escondidos. Nada. Estaba su vestido color tabaco, al que le decía el vestido de Oscar Arias porque se lo había puesto para una visita que él le hizo. Sus otros vestidos más sencillos, cortes de tela, cosas.

Pensé en la silla blanca de mimbre que ella siempre me dijo que se la había regalado mi papá. Muy grande para irla cargando.

Bajé corriendo las gradas a buscar el retrato de mi papá, que siempre estuvo en la sala. No estaba. Ahí sí reclamé, preguntando quién lo tenía. Otro de mis tíos decía que lo había cogido él. Es mi papá- le dije. Era mi hermano- me dijo. No me dio nada.

Antes de irme, de la cólera, del dolor, le di una patada a la pared y quedó la marca. Ahí quedaron los demás, como zopilotes, buscando cosas. Yo me iba llevándome sus recuerdos.

mayo 3, 2024

Middle east style

El desierto de hoy, no es el mismo de anoche. Toda la arena se movió de lugar

mayo 3, 2024

Generales

Soñé que volvía a Generales, como soy ahora pero solo yo lo sabía. Era el primer día. Yo ya conocía las aulas, los lugares, me movía con confianza entre tanta gente tímida y asustada de su primer día de U.

En la clase había ya alguna gente, callados, en sus pupitres, viendo hacia los lados. Yo me sentaba atrás, llevaba un libro que me habían dado y que me moría por leer, era algo así como los sentimientos de experiencias que ya no existían. Yo sí las había conocido en mi infancia. Mis compañeros no, pero ellos no sabían.

Tratré de hablarle a dos compañeras, de preguntarles el nombre, de memorizar sus caras, de ir haciendo amigos, gente con quien pudiera hacer trabajos, saludar al llegar, pedir apuntes. Pero no me daban pelota, parecía que les generaba desconfianza un trato tan amistoso.

Salíamos. El pretil estaba lleno, no había dónde sentarse. Eramos muchos de pie, moviéndose de aquí para allá.

Tres muchachos me empezaban a hablar. Altos todos, de pelo negro, parecidos un poco entre ellos. Se notaba que eran amigos de antes. Empezamos a vacilar y me resigné a que tendría amigos y que, como siempre, ninguna mujer sería mi amiga.

Me defendían del molote, me cuidaban, nos íbamos conociendo con bromas.

Quería saber de cuál colegio venían y les preguntaba dónde habían estado el año pasado. Irlanda- me respondieron. Eran chicos de intercambio.

Ah sí?, en cuál ciudad?

Dublin

Me caían bien esos muchachos.

mayo 2, 2024

Adolescencia

Soñé que era otra vez adolescente. Con el paso de las horas, ya casi no recuerdo el detalle de lo que soñé. Sé que era en la casa de mi mamá y cada cosa que me decía, cada cosa que hacía, me hacía sentir aquella rabia que me estallaba por dentro, la impotencia, las ganas de gritar, las ganas de salir corriendo, odio y muy abajo, un dolor inmenso y ese deseo imposible y ardiente de ser normal

abril 29, 2024

Cárcel

He estado teniendo pesadillas ansiosas.

Anoche soñé que me iban a meter a la cárcel porque había chocado mi carro contra la casa de un cliente.

No lo iba manejando yo, lo andaba el mensajero. El apartamento quedaba en un segundo piso, era imposible que lo hubiera dañado. Era de un cliente que quise mucho y ya murió.

Se habían dado cuenta porque mi carro había fallado Riteve 5 veces seguidas y eso encendía las alarmas y entonces se pusieron a revisar todo.

Tenía que presentarme a cierta hora a la cárcel. Si todo salía bien, saldría ese mismo día. Si no, tendría que dormir ahí y eso me daba terror.

Trataba de llamar a la nuera del cliente fallecido. Trataba de razonar el tema, pero el carro tenía raspones. Mi jefe me ayudaba llamando a la Ministra de Justicia.

El miedo me acechaba y no me dejaba en paz.

Poco antes de la orden de detención, estaba soñando que vivíamos en una especie de hotel y yo me enredaba con un muchacho más joven, colombiano, paisa. Que al final resultó que tenía más amantes y que una idea que era solo mía y yo le había compartido, la terminó contando a todo el mundo, como si la idea fuera suya y hasta querían excluirme del tema. Era hacer algo de stand up comedy pero de los políticos.

Llevo días sintiéndome apagada. Hoy, en particular, me duele todo el cuerpo

abril 28, 2024

Propuesta

Mami, me gustaría que hablemos de nuestros sentimientos- Pato

abril 28, 2024

Confesiones

Nos confesamos cosas, como

Mis pies son horribles

Mis dientes son de pésima calidad

Me avergüenza ser deforme

Nunca me he sentido linda

abril 27, 2024

Tiempos

Para Tilla, cualquier cosa en el pasado pasó ayer. Y cualquier cosa en el futuro, pasará el lunes. Así, durante toda su vida. Me pregunto qué se sentirá vivir sin la sensación del tiempo o con todo el pasado y futuro acumulado en dos días, días que cada vez se hacen más grandes con los recuerdos.

A veces pienso si Pato de grande nos recordará como un papá neurótico que se enoja por todo y una mamá plana por los ansiolíticos. Y me entra una enorme nostalgia. Mi depresión rara vez es tristeza. Es esa nostalgia gris, que me envuelve como una niebla. Y el silencio.

abril 24, 2024

Reencuentro

Teníamos planes. Ibamos para Puntarenas Pato y yo y mi mamá. De camino a recogerla, Pato me pregunta si la muchacha que lo llevó en la pancita aun vive allá.

-No sé. Vivía allá cuando vos naciste. No sé si sigue viviendo allá…

-Te imaginas, mama, que nos la encontremos?

Le pregunto qué cree él que ella haría. Se le llenan los ojitos de cierta nostalgia, pero sonríe cuando me dice:

-Se me tiraría encima, muy emocionada.